El verdadero significado de la Accesibilidad Universal
Patricia Ortega M.
Desde hace algún tiempo atrás, muchos de nosotros hemos observado en las aceras, paradas de transporte público e incluso en las cajas de medicamentos, nuevos elementos que hasta hace poco eran desconocidos para una gran mayoría de la población.
¿Te has fijado en las franjas amarillas que se encuentran instaladas en las estaciones del trolebús?, o, ¿en las pequeñas placas con puntitos colocadas en algunas de las nuevas paradas?, si tu respuesta a estas preguntas es Sí, posiblemente en algún momento también te hayas preguntado, ¿para qué fueron colocados?, y principalmente, ¿qué son estos elementos?
Si es así, no te preocupes, no eres la única persona que ha tenido estas inquietudes al observar alguno de estos ejemplos y espero con artículo poder solventar algunas de tus inquietudes sobre este tema.
Pero antes de explicar para que sirven, es necesario primero entender su importancia y conocer el verdadero significado detrás de la Accesibilidad Universal.
Si nos basamos únicamente en su concepto técnico, podemos decir que la Accesibilidad Universal es “la condición que deben cumplir los entornos, procesos, bienes, productos y servicios, así como los objetos o instrumentos, herramientas y dispositivos, para ser comprensibles, utilizables y practicables por todas las personas en condiciones de seguridad y comodidad y de la forma más autónoma y natural posible” (LIONDAU), o que es “la característica de un entorno u objeto que permite a cualquier persona relacionarse con él y utilizarlo de forma amigable, respetuosa y segura” (Aragall 2003:23).
Sin embargo, su verdadero significado va más allá de los conceptos técnicos que podamos encontrar en documentos de índole legal o académicos.
La Accesibilidad Universal, debe ser entendida como el recurso para alcanzar la igualdad de oportunidades, suprimir barreras, no solo de carácter físico, sino también sociales, en pocas palabras, es una herramienta que busca mejorar la calidad de vida de todas las personas, desde los diferentes ámbitos que esto involucra.
Nadie puede negar que nuestras ciudades son la prueba fehaciente de la gran diversidad de sus habitantes, es decir, hay personas bajitas, altas, de talla grande, delgadas, niños, jóvenes, adultos mayores, mujeres embarazadas, o, con alguna discapacidad permanente o temporal, y, justamente es esta diversidad, la que debe marcar la pauta para que el desarrollo urbano y arquitectónico sea sostenible en el tiempo.
Como menciona la Declaración de Estocolmo del EIDD de 2004 (European Institute for Design and Disability), “el entorno construido, los objetos cotidianos, los servicios, la cultura y la información, en resumen, todo lo que está diseñado o hecho por personas para las personas ha de ser accesible, y útil para todos los miembros de la sociedad y consecuente con la continua evolución de la diversidad humana.”
Pero siendo sinceros, junto a falta de concienciación, esto es lo más difícil de entender. La Accesibilidad Universal, va más allá de su errónea vinculación de forma exclusiva con la discapacidad, va más allá de crear una rampa “defectuosa”, va más allá de cumplir con las normas nacionales, va más allá de aplicar un concepto técnico.
El verdadero significado de la Accesibilidad Universal, se encuentra íntimamente ligado al ser humano y su diversidad, por ende, se enfoca en garantizar la autonomía y por sobretodo la seguridad de las personas. Cuando es correctamente aplicada, permitimos que todos independientemente de su condición, edad o sexo, puedan disfrutar de las bondades que ofrecen nuestras ciudades, centros culturales, deportivos, educativos, o cualquier espacio de uso público.
Por ejemplo, un vado (rampa peatonal) correctamente dispuesto en las esquinas de las aceras, permitirá que una persona que lleva un coche de bebé y otros artículos entre brazos se movilice sin que esto le suponga un esfuerzo adicional al tratar de cruzar una calle, lo mismo sucede con un trabajador que lleva grandes y pesados cargamentos para ser entregados, y mucho más claro, es el beneficio que tendrá una persona que usa un producto de apoyo, sea este un andador, un par de muletas o una silla de ruedas, al poder trasladarse de forma independiente y segura.
Si por el contrario, estos elementos son mal ejecutados, se crearán barreras. Una rampa, por ejemplo, debe tener una pendiente adecuada para que permita el desplazamiento seguro de las personas con movilidad reducida, ya que, si es demasiado empinada, no podrá ser usada por casi nadie, o si lo hace, corre el riesgo de caer.
Entender cuál es el uso de un determinado elemento, quién lo va a usar y por qué debe cumplir criterios técnicos específicos, es sin duda la clave para garantizar el éxito de las intervenciones en Accesibilidad Universal.
Una vez explicado esto, me referiré a las preguntas que mencionaba al inicio de este artículo. Las franjas amarillas de las estaciones del trolebús, son pisos podotáctiles, destinados a brindar una guía o aviso a las personas con discapacidad visual o deficiencias visuales que usan productos de apoyo (bastón).
El piso con acanaladuras, permiten conocer la dirección de un recorrido, mientras que el de conos truncados (pupitos), permiten saber de un cambio de dirección o advertir de un peligro o desnivel, por eso están colocados en cada uno de los ingresos del trole.
Sobre las pequeñas placas instaladas en un costado de las nuevas paradas de bus, se tratan de placas en texto Braille y sirven para que las personas ciegas, puedan leer el nombre la parada en la que se encuentran, caso similar ocurre con las cajas de medicamentos.
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