Movilidad post COVID_19
Por: Ing. Christian Enrique Zaragocín Pacheco, Arq. Pamela Alejandra Villacrés Tapia.
¿Se ha perdido el miedo? Pues sí, se ha perdido, o este ha disminuido, y va
en un sube y baja, poco comparable con los primeros días de pandemia en
Ecuador, el desconocimiento, las famosas “fake news”, y los datos no acertados
de representantes de la ciudadanía en el gobierno causaron que el nivel del
miedo sea el más alto. Actualmente, las necesidades han obligado a que poco a
poco, de manera forzosa y sobre todo para quienes no les queda de otra, deban salir
y vencer ese miedo.
¿Hay que repensar la ciudad?, ¿Hay que repensar las costumbres ciudadanas? ¿Hay que repensar el tránsito y la movilidad? Necesariamente sí, es menester provocar el cambio de muchas cosas, aunque sea motivados por el miedo al contagio, el miedo a la incertidumbre de no saber si puede o no haber un futuro en presencia de los seres queridos, una vez terminada la pandemia.
Quito, la
capital de un país en desarrollo, todavía es una ciudad a la que llegan tarde
las novedades e implementaciones del primer mundo. De pronto, la brecha ha
disminuido, aunque todavía tardan en llegar las innovaciones de las ciudades ya
desarrolladas. Es así que, en la capital del Ecuador, con retraso se piensa en
realizar cambios que en el primer mundo ya se han implementado como medidas a
corto plazo, para convivir con la presencia del coronavirus.
En ciudades europeas se han promovido políticas de movilidad sostenible,
pensando en el medio ambiente y salud de los ciudadanos, mediante la óptima
implementación de ciclovías, servicio de bicicleta pública eficiente, y
desincentivo del uso del vehículo liviano, con alto costo de circulación de los
mismos, entre otras. Es así que hoy, en tiempos de pandemia, las calles de ciudades
como París, por ejemplo, están llenas de ciclistas y peatones, ¿cuál es el
objetivo?, mantener el distanciamiento social, las personas no subirán a un
servicio de transporte masivo si se evidencia el poco espacio para mantenerse
seguros evitando contagio. Optar por este cambio fue más fácil y rápido pues ya
existían políticas públicas de sostenibilidad ligadas a la adaptación de la
infraestructura viaria de la ciudad y movilidad.
En cuanto a la
infraestructrua vial, el tabú más grande en cuanto al uso de la bicicleta en la
ciudad de Quito, es la topografía de la ciudad. Solo imaginarse el no poder, o
el gran esfuerzo que representaría subir una de sus empinadas cuestas ya
provoca ni siquiera intentarlo, pero, ¿qué sucede en la provincia nórdica del país?
En el Carchi Ecuatoriano, ante la necesidad, hay mucha gente que se transporta
en bicicleta por las empinadas carreteras de la provincia, así es como nació el
único campeón ecuatoriano del Giro de Italia, sin tener la infraestructura
adecuada, logró participar en competencias de élite.
En el corto plazo, la
ciudad de Quito debe definir sus espacios en función de las prioridades de los
actores viales, según (AMT, 2020), existen 474.209 vehículos matriculados a la
fecha, de los cuales se tienen 383.976 vehículos livianos y según el (INEC,
2010), los quiteños son 2.8 millones,
además, el índice de ocupación, según (Secretaría de Movilidad, 2014) es de
1.34 personas por auto, resulta entonces que alrededor del 18.4% de la
población de Quito se transportan en vehículo liviano, y el 81.6% se traslada
en transporte público. Repensar la ciudad tomando en cuenta estos porcentajes y
en función de las prioridades, con la implementación de ciclo vías emergentes,
debe ser lo inmediato para brindar a la gente una alternativa de movilización.
A mediano plazo, realizar los diseños e
implementación de ciclo rutas definitivas, para con esto mantener la visión de una
ciudad como Ámsterdam, en la cual un 50% de habitantes caminen y pedaleen, la
tecnología ayuda a vencer las pendientes pronunciadas de las calles, brindando
soluciones eléctricas a los medios de transporte alternativo como son las
bicicletas y los scooters. Es un reto para los profesionales del urbanismo
establecer las mejores propuestas para que en ese largo plazo existan, redes
extensas de ciclo rutas, amplias aceras libres de obstáculos y espacios de
convivencia al aire libre, un futuro sin duda con un ambiente limpio, con
hábitos y costumbres adecuadas a una convivencia armónica entre la humanidad y
naturaleza, adoptando medios de transporte para que sean sostenibles y
saludables; ya que, basados en la historia, las pandemias son cíclicas, por lo
que los cambios que se realicen permitirán a la ciudad, estar preparada para
las siguientes pandemias.
En cuanto a la
movilidad, con la declaratoria de emergencia sanitaria nacional, de fecha 16 de
marzo de 2020 en el Ecuador, las formas de movilidad han cambiado
drásticamente; dadas las restricciones dictaminadas por el COE Nacional y la
suspensión total del sistema de transporte público, se evidenció el incremento
de usuarios en otras formas de transporte y el decremento de índices de
siniestralidad en la ciudad de Quito (AMT,2020). Como primer punto, el
incremento de otras formas de transporte en la ciudad de Quito, ha roto paradigmas
con relación a la topografía con pendientes, clima lluvioso y una
infraestructura pro vehículo liviano; al momento el sistema de transporte
público funciona con el 50% del aforo máximo, por lo cual es indispensable
captar al 50% de usuarios restante y promover una movilidad sostenible, como
alternativas de bioseguridad. Sin embargo, es visible que el miedo al contagio
incentiva notablemente el incremento del uso del vehículo privado, incidiendo
directamente con efectos adversos, la contaminación ambiental, siniestralidad y
aumento del parque automotor.
Como reto a corto y
mediano plazo en temas de movilidad, la ciudad de Quito requiere incentivar el
uso de bicicleta y caminata mediante una adaptación de infraestructura vial de
forma emergente y definitiva, con ciclovías y ensanchamiento de aceras para
guardar el distanciamiento social, siendo un potencial el ensanchamiento de
acera para la eliminación de obstáculos, para beneficio de todos los
habitantes, independiente de sus capacidades.
En conclusión, la
nueva normalidad a la que nos estamos enfrentando nos conllevará a realizar
cambios en los hábitos de la movilidad de la ciudad; sin embargo, está en
nuestras manos hacer que estos cambios se implementen en pro de una movilidad
sostenible y saludable, en donde el ciclista y peatones tengan un rol
protagonístico y está adversidad sea la oportunidad de adaptar la
infaestructura existente.