Reflexiones sobre Arquitectura
Por Erick P. Estrada.
Aporte
crítico
¿Cuál
es el rol de los arquitectos?
La
respuesta a esa pregunta no es una tarea sencilla, ni mucho menos existe una
respuesta única, pero por ello no hay como permitir ciertas consideraciones
abusivas que tienen los arquitectos en el momento de ejercer su oficio. Muchas
veces se confunde al diseño arquitectónico con el diseño artístico dando como
consecuencia una obra que no es categóricamente ninguna de ambas. A ese tipo de
producciones, según el nivel amorfo de su constitución, para efecto de este
artículo, las podemos llamar: caprichos.
Y con ello preguntar,
¿Qué
pasa cuando se confunde Arquitectura
con caprichos?
Este
tema tiene mucha tela por cortar, se lo puede reflexionar desde diferentes
aristas. La que propongo para esta ocasión, no es analizar la naturaleza
ontológica de la Arquitectura, sino irnos a la acera del frente, es decir,
ponernos en los zapatos del ‘otro’, de los usuarios de dicha arquitectura. Veamos
a ese pequeño niño en la fotografía.
Cuando se habla de usuarios, se suele pensar y diseñar únicamente para un tipo promedio de personas que en su esencia resultan ser jóvenes, de buena salud, de movimientos fluidos y enérgicos, es decir, el usuario ideal. No está por demás decir que no todos somos esos usuarios ideales. Como ya se ha dicho, la diversidad de la población es compleja y única, y por ello la respuesta arquitectónica debe serlo también. -La respuesta arquitectónica- enfatizo, es una respuesta que debe nacer de un diálogo, no de una actitud prepotente por alguna de las partes.
La imagen muestra la misma grada de la imagen anterior pero ahora se muestra un niño que sube las gradas con cierta dificultad.
¿Los
arquitectos pensaron en este niño o sólo en lo estético que se verá su obra?
La reflexión
se las dejo a ustedes. Por mi parte quiero hacer visible la mano del niño que
se apoya sobre el vidrio para poder subir los grandes escalones vistos en
relación al tamaño de sus piernitas.
Si
bien, se sabe que no existe un diseño que logre acuñar todas las necesidades
tanto de los usuarios como de los arquitectos, no por ello se pueden obviar
realidades fácticas como por ejemplo: la seguridad que implican ciertas
decisiones en el proceso de diseño. Por esa razón existen marcos normativos de
toda índole. Está claro, también, que los marcos normativos no son una guía
perfecta y en muchos casos representan problemas más que soluciones, pero aun
así no podemos hacer caso omiso de lo que intentan regular. Una solución a
estos problemas de ambos lados, está en la capacidad que tiene el arquitecto
para poder dialogar con la normativa, el usuario y sus propias convicciones e
ideales. La respuesta no es sencilla y si así lo fuera, si fuera una receta o
guía rápida, no mereciera llamarse Arquitectura.
El ejemplo que vemos en las fotografías es un diseño que está presente en la cotidianidad, es más común de lo que parece. ¿Qué implica esa grada para el niño? ¿Cómo la subirá un anciano? ¡Qué necesario es un pasamanos! podría evitar tantos accidentes por la falta de apoyo, o si somos un poco más despreocupados o superficiales, podría evitar tantas manchas de grasa (dejadas por las manos) sobre el vidrio. En fin, la Accesibilidad Universal como condición humana aún no está dentro de nuestro imaginario que suele priorizar caprichos artísticos. Si no me creen, miremos esta otra fotografía que corresponde al mismo proyecto arquitectónico antes observado.
La imagen muestra una grada cuyos peldaños son divididos en el centro. No son peldaños con un ancho uniforme y continuo en todos los tramos. Los escalones de cada parte se encuentran construidos a diferente altura. No a una altura uniforme como en una grada normal.
El
siguiente tramo de escaleras repite el mismo criterio del tramo anterior y
además suma una nueva condicionante para el usuario (niño): condiciona la
utilidad de la grada a una forma específica y única, es decir, sólo se la puede
usar de una manera preestablecida. Los escalones están segmentados en dos
tramos que se separan unos de otros simulando un caminar continuo. Para que
quede más claro, miremos.
La diferencia
entre escalones es el doble de lo normal, ya que el diseño de esa grada busca
reducir espacio, compactar los escalones y generar una única forma de caminar y
subirla[2].
La implicancia inmediata de este tipo de diseño es un inminente riesgo para el
usuario estándar, que se incrementa de forma exponencial considerando el caso
de los niños de las fotos. Esa grada que la hemos visto en varios lugares, no
es accesible y ni siquiera consta en la normativa de arquitectura oficial, por
así decirlo.
Con lo
que hemos discutido y sin necesidad de ser arquitectos para generar
conocimiento, cómo podemos responder a la siguiente pregunta ¿qué implica hacer
arquitectura? Porque si no la respondemos, no creo que podamos avanzar a la
siguiente ¿cómo se debe hacer arquitectura?
No
escuchar lo que sucede fuera del campo de conocimiento técnico-arquitectónico es
la primera, de tantas causas que afectan a la rama, raíz de tantos caprichos.
Espero
no ser duro, esto no es pensado en contra de nadie en particular y si lo fuera,
se apela a la generalidad de los arquitectos; por el contrario, lo que se
buscar es una reflexión de lo que se está haciendo hoy en día a través del re-posicionamiento
de la mirada desde los zapatos del ‘otro’, de ese pequeño niño que tiene que
usar las gradas para su diario vivir.
[1] Ésta y las siguientes imágenes han sido obtenidas de Plataforma Arquitectura:
Casa Urrutia, Argentina, 2019.
[2] El utilizar esta vivienda como ejemplo, es entenderlo como un caso
aleatorio para mostrar un algo puntual y que sirve para lo que busco comunicar.
Estos casos se pueden ver en muchos y variados proyectos arquitectónicos de
todo el mundo. Sea como fuere, pueden visitar el proyecto en Plataforma
Arquitectura, https://www.plataformaarquitectura.cl/cl/935871/casa-urrutia-sol-blanc?utm_source=dlvr.it&utm_medium=facebook
y juzgar por ustedes mismos.