Circulaciones peatonales, más seguras y accesibles para todos
Pamela Villacrés
Dentro del contexto de la movilidad sostenible, una tendencia a nivel mundial que contempla a los diferentes actores y prioriza al peatón, les invito a analizar las veredas y circulaciones peatonales de sus ciudades y les hago la pregunta ¿Cuántas veces se han tropezado en una vereda? La respuesta seguramente nos hará reflexionar acerca de una realidad cotidiana para todos, y que es aún peor en el caso de personas con discapacidad. Muchas de las veredas no tienen vados ni circulaciones definidas, tienen irregularidades y todos los elementos urbanos constituyen obstáculos. La falta de conocimiento sobre estándares técnicos para la construcción de veredas, la falta de mantenimiento y el mal uso constituyen barreras arquitectónicas que impiden la circulación segura y autónoma para todos.
Para iniciar, es conveniente conocer los parámetros técnicos que deben ser considerados para que una vereda sea accesible:
·
Implementación de bandas podotáctiles, con contraste.
·
La superficie debe ser estable, dura y antideslizante.
·
Implementación de vados (12% de pendiente), para salvar desniveles entre
vereda y calzada.
·
Implementación de rebajes en parterres.
·
Protección de refugios peatonales con señalización u obra civil.
·
Todos los elementos urbanos, deben ubicarse en la banda de mobiliario
urbano.
· La banda de mobiliario urbano debe tener un ancho mínimo de 60 cm, para la instalación de señales verticales, semáforos, bancas, bolardos, entre otros.
La falta de conocimiento sobre éstos estándares técnicos es muy común así como el que no se le preste atención al diseño de las veredas. Es más, en obras arquitectónicas de gran importancia, las circulaciones peatonales no son estudiadas como las vehiculares, lo cual marca aún una priorización del vehículo sobre el peatón.
Acerca del bajo o inexistente mantenimiento, debemos aclarar que, los propietarios de los inmuebles con frente a la vía son los responsables directos de la construcción, mantenimiento y rehabilitación de sus veredas. Debido a eso, las veredas se han convertido en una mezcla de diseños, materiales y técnicas constructivas, sin permitir que se observen como una unidad que tenga un mismo lenguaje de diseño urbano. Adicionalmente, la topografía de las ciudades ocasiona que las veredas sean adaptadas por los frentistas para permitir el acceso de sus vehículos, lo cual conlleva a encontrarnos con gradientes en la circulación peatonal impidiendo el acceso universal. En este contexto, para dotar a una vereda con características de accesibilidad mínimas, se debe considerar:
· Mantener la
superficie de tu vereda estable, dura y antideslizante.
· Libre de
obstáculos como bolardos, mojones, arboles, entre otros.
· Mantenerla
limpia.
· Las rampas de ingreso vehicular deben estar hacia el interior del predio.
Finalmente, la ciudadanía da mal uso a las circulaciones peatonales, limitándolas y/o bloqueándolas mediante obstáculos temporales como son: autos, motos y bicicletas mal estacionados, puestos de venta, basura en la calle, entre otros. Al igual que la falta de mantenimiento de las veredas, el mal uso de las mismas conlleva a problemas en la libre circulación de todos los peatones. La seguridad y accesibilidad en una vereda está a nuestro alcance con acciones tan simples como estacionar nuestro auto en sitios designados (no sobre las veredas), no ubicar puestos de venta en las circulaciones, entre otros.
Después de
haber analizado las principales problemáticas, se puede decir que conseguir
veredas accesibles está al alcance de todos. Todas las personas podemos aportar
con pequeñas contribuciones como limpiar nuestra vereda o respetar los sitios
desinados para estacionar; y si, adicionalmente a ello sumamos la colaboración
municipal mediante implementación de proyectos, educación y control, los
niveles de accesibilidad en veredas podrían mejorar, y de esta manera
contribuir en la construcción de ciudades más accesibles.
Ecuador construye Accesibilidad 2019