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Diálogo desde las fronteras

mayo 17, 2020 at 2:52 , No hay comentarios


Erick P. Estrada.

Aporte crítico

 Cuando se habla desde la lucha y la reivindicación, el suceso en cuestión adquiere un sentido más amplio y envolvente al que originalmente poseía. Existe una especie de contagio que motiva y justifica su accionar. En esta ocasión no estoy criticando a la naturaleza de la lucha, pero es necesario recordar que las reivindicaciones generalmente vienen desde las posturas marginales al poder y muchas de ellas están atravesadas por condiciones de abuso y sometimiento. Por ello, es necesario que todos tomemos conciencia de nuestra condición humana para aunarnos en el sentido de las luchas históricas que vivimos como pueblos.

En este caso en particular estamos hablando de la reivindicación de la Accesibilidad Universal como el derecho al acceso que poseemos todas las personas. Si bien, esta categoría la problematizamos inicialmente en referencia al entorno construido, es decir, el espacio que habitamos a diario: casa, trabajo, ciudad; su condición de “universalidad” nos lleva a extenderla a todas las posibilidades en la vida de las personas. El desarrollo de esta materia es una conquista en los derechos humanos, una reivindicación; pero ¿qué sucede con nuestra cotidianidad? Traigo a reflexionar dos caminos para ser repensados: la realidad ideal y sus extremismos, y; la accesibilidad aplicada a casos concretos.

En el primero de ellos, tenemos dos categorías: nuestra realidad excluyente y discriminadora que algunos podrían llamarle el mundo del “ser”, y; la realidad inclusiva y acogedora que otros podrían llamarle el mundo del “deber ser”. Está claro que la ligazón de ambas realidades está en el nivel de accesibilidad que posee cada una, y además está claro que ambas realidades son opuestas. Si bien, a nuestra cotidianidad la reconocemos como excluyente, no lo es en extremo, sin por ello salvarse de ser una versión cruel para aquellas personas vulnerables a sus efectos. Su accesibilidad roza niveles bajos y por ello gran cantidad de nuestras propuestas buscan su viraje de ciento ochenta grados hacia ese mundo ideal que aplica todos los desarrollos habidos y por haber. Aquello lo catalogo como un primer paso necesario lleno de expectativa y euforia, pero no como el final del camino. Si todo fuera así, la realidad sería un fenómeno sencillo de comprender, estudiar e intervenir, pero no lo es. Un estadio está en la teoría y otro la práctica. Nuestra realidad está llena de paradojas, acontecimientos inverosímiles y obviedades, que en conjunto la hacen un rompecabezas complejo de comprender. Es por eso que aquellos teóricos neófitos y dogmáticos con sus posturas idealistas[1] no encajan con la realidad que deviene día a día. Esta vía, sostengo, no es una solución para la accesibilidad.

En el segundo camino tenemos la búsqueda de la accesibilidad aplicada a casos concretos de nuestra realidad donde podemos detenernos a ver tres posibles casos: la aplicación tajante sobre nuestro momento actual; la aplicación repensada sobre la mejor posibilidad de accesibilidad hacia nuestra realidad, y; el diálogo de la naturaleza del objeto de estudio frente a la naturaleza de la Accesibilidad Universal. La aplicación tajante de las “ideas” de accesibilidad sobre elementos constituidos provoca en muchos casos adaptaciones bruscas que desfavorecen a ambos. Por un lado el objeto en cuestión se maquilla de “accesible” y por otro, como no fue pensado para ello, es una solución tipo parche. Estas soluciones en su mayoría de casos, las rechazo por ser aberraciones[2]. Por contraposición a ellas se encuentran soluciones que piensan al objeto de estudio en referencia a su aplicabilidad en materia de accesibilidad. Aquí es donde se descubre que no todo puede ser accesible, que la realidad por más cruel que sea, así se ha configurado, y que aquello está atravesado por el desarrollo social y económico. No se puede cambiar de la noche a la mañana y quizá nunca cambie. En fin, estas soluciones no son parches; en ellas se puede ver un intento de articulación y fluidez que avivan a la Accesibilidad Universal como una materia que aporta al desarrollo humano. Lastimosamente, la mayor cantidad de objetos y fenómenos que nos rodean no poseen este tipo de soluciones por su complejidad, técnica y costos; pero este camino considero el más adecuado para trabajar. Y, ahora como tercer caso, se encuentra el que más me apasiona, el diálogo de naturalezas entre el objeto y la Accesibilidad Universal.[3] Comienzo planteando lo siguiente: ¿es correcto hacer todo accesible? Creo que la primera respuesta está en nuestras limitaciones respecto a lo existente, la naturaleza del objeto y los acontecimientos. No todo puede ser accesible, aunque sea idealizado. Explicaré a través de un ejemplo: en la filosofía[4] Heideggeriana existe un desarrollo del campo de estudio como vía autónoma; existo “yo” como sujeto con un desarrollo en otra vía autónoma respecto a aquella filosofía. Cuando nos cruzamos se ponen en juego ambas posiciones, siendo la más estable la de la filosofía. “Yo” estoy condicionado a mi capacidad de entendimiento de ella. Puedo comprenderla o no, sin por ello cambiar el estado de la posición filosófica desarrollada. Si fuera un sujeto extremista, acusaría a la filosofía Heideggeriana de no ser accesible a mí y vulnerar mi derecho a entenderla. El ejemplo es grueso y discutible pero con ello intento graficarme cómo no deberían ser abordados los diálogos de naturalezas y categorías.

En conclusión, después de haber transitado brevemente por varias aristas del problema planteado, sostengo la idea de ser sujetos críticos. Creo fehacientemente que nuestra capacidad reflexiva será el único camino hacia un desarrollo real y concreto, lejos de utopías.  El resto es un carnaval de parches, café, tabacos y libros.



[1] “Idealista” lo decimos en relación a la “idea - concepto” como objeto principal de estudio y posicionamiento.

[2] No pertenecen a nada, no poseen su sentido original, ni tampoco son lo nuevo que se planea de ellos.

[3] Cabe recalcar que este caso no es el que más gusta a la gente, ya que no pueden desarraigarse de sus prejuicios.

[4] Transpolar a otros campos de estudio. 

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